Caballete a tus caballos

Si hay un instrumento realmente inspirador para un artista, no son los pinceles del bote, ni los tubos de pintura, ni la paleta de colores. El caballete de trípode de toda la vida, desafía apuntando al vacío y fuerza al pintor a vestirlo con un lienzo en blanco. En esto estaba pensando mirando el mío, ahora vacío. Descarado y desnudo, plantado al fondo de la habitación, parece un trasto inútil al verse despojado de su pieza clave. De nada sirve desviar la mirada o apagar la luz, su sombra proyectante se alarga por el techo como un hambriento sin nada que llevarse a la boca.
El pintor pinta aún cuando no pinta. Cuando te paras en seco admirando la fuerza de las olas, el mullido de las nubes o la expresión de unos ojos, estás pintando. A veces incluso imaginas el trazado de las cerdas del pincel deslizándose o la mezcla de pigmentos [...]
Si te miro profundo, tal vez esté encajando tu sonrisa.
Si tropiezo con tu bolso, tal vez me distraiga la aguada del muelle [...]
Te descubriré en tus uñas manchadas de color, en tu piel agrietada de las manos, en tu bolsa de la que sobresalen los pliegos de papel, en tu ceja manchada de carboncillo y de luz.
Posdata: El título del post es absurdo, no le deis más vueltas.

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