Ridículum Vitae

Tengo un amigo lírico; quiero decir, muchos amigos artistas (o mejor dicho conocidos del camino) –pintores, músicos, escultores, algún escritor (mejor dicho, uno)... Pero sólo un amigo lírico, como digo–.

Uno de sus heterónimos, Jordi Lahispaniola, retrata a través de la piel del trovador su propio Ridículum Vitae. Os invito a visitar su blog en construcción, de poesía, ridículos y ociosidades varias:
http://jordilahispaniola.blogspot.com/

Conociendo al verdadero Jordi en calidad humana –gran calidad–, no puedo ser imparcial al opinar sobre su poemario, pero nadie lo es en realidad, pues la valoración personal es subjetiva por definición. Jordi poeta está en aquella edad cronológica en la que todo le incomoda, le inquieta, le perturba. Sus versos prosaicos surgen de la necesidad de poner en tela de juicio la utilidad de la vida, de su vida, como quien deja un legado a través de sus genes.

Los artistas dan a luz obras inmortales como si fueran probetas de experimentos químicos, que hacen preguntas, que desgarran mentiras, expresando disparates por los que serían sentenciados a la horca en la vida diurna de traje y corbata. La ventaja de ser artista, es poder declararte enajenado dentro del aparente orden del sistema; otros vomitan su demencia en los divanes de psiquiatría o en las alcantarillas de los suburbios.

Jordi profesional tiene un perfecto currículum vitae; Jordi poeta se siente ridículum. Yo misma me siento así; creo que es mucho más ridículo tomarse a uno en serio. Por mucho que te esfuerces en hacer buena letra con pluma estilográfica, el lápiz de carbón y madera ya te había elegido sin tu consentimiento. El artista no tiene escapatoria, lo haga bien o mal, se siente predestinado a poner voz a su mirada distorsionada de la realidad.

Ésta última publicación, de noviembre 2011, editada por Ciudad Vieja, es verdaderamente un retrato de espejos confundidos de realidad y deseos. Si cierras los ojos y lo lees con el hemisferio izquierdo inconexo, Jordi te arranca carcajadas haciendo que te rías de él, y de ti mismo.

Comienza así: “Lo primero que encuentra un ridículo en la ciudad son los muelles de Bilbao La Vieja. Me paré en los bajos de Martzana, frente al antiguo mercado de La Ribera, a tomar un vino de poeta mientras sacaba mis papeles, encendía un cigarrillo y veía a los peces saltar en la ría.”

Yo, que presumo de expatriada ciudadana del mundo, no he podido evitar emocionarme con cada rincón bilbaíno de este relato, tan bien perfilado y tan contemporáneo. No es el Bilbao, como Jordi bien dice, “del galardón Lee Kuan Yew World City Prize”, sino el Bilbao “del que no hablan las guías turísticas, la trastienda sucia de la sociedad del bienestar”

Es un poemario de amor (o quizá de desamor, depende del grado de romanticismo y el estadio emocional del lector) en el que desearías ser ésa Zuriñe protagonista a la que Jordi envuelve con poemas entre las sábanas.

Cosas como “A la anciana muy bilbaína del sexto le huelen los bajos...” ó “Esta mañana estaba tan borracho como un quiromántico, como un oso cantábrico comenzando el invierno...”, no puede dejar indiferente a la risotada.

Hay párrafos como éste, que quisiera haberlo escrito yo:

Estaban representando una obra alemana “La ópera de los tres centavos” ambientada en Londres e interpretada en euskera. Algunos espectadores encontraban consuelo en la obra d Bertolt Brecht, otros en la merluza en salsa verde. El propio Bertolt Brecht hubiera preferido la merluza.

Y entre risas y tristezas, nos rompe con verdades certeras, dejando caer que “hay que hacer de todo para seguir haciendo de nada”, o, “En poesía, o en amor, uno mas uno es infinito”.

Le doy las gracias a este amigo juglar, y a todos los amigos que comparten su alma escrita, pintada o cantada, conmigo y con el mundo, porque el arte no tiene función utilitaria, pero ¿quién puede vivir sin espíritu, sin amor, sin belleza?

1 comentario:

  1. Realmente ridículo tu amigo, creo que la ciudad vieja no le tiene entre sus forasteros predilectos y, más bien, le niega sus favores o lo envía para casa donde se sirve dos tragos de orujo en dos vasos y brinda con él mismo, se enciende un puro canario y empieza a echar de menos su vida anterior y, sobretodo, a su esposa.

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