Ya no me alcanzas

No te creo. O no te entiendo, que es lo mismo.
Infectado de cobardía,
o enfermo de ego,
o de curiosa indiferencia,
mantienes un pulso a muerte con mi mano zurda,
descarnado, sin nada que perder,
y sin nada que ganar,
rozarás la punta de la lengua
en un gramo de mierda
de la espalda de otra.

Fueron flores, que ahora rozan el viento,
al deshojar sobre tu lápida,
teñida con tu nombre.
Me dices que me lees,
escupiendo monosílabos,
que ya no me alcanzan.

De nada me sirves ya,
si supieras la de dibujos rotos
que tracé en tu silueta, hasta verte amanecer.
Mis versos ya no son lo que eran,
están enfermos de verano muerto.
Y no pienso prometerte nada [...]

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